"El mundo es una olla y el corazón una cuchara;
según como la muevas la comida te saldrá bien o mal."
Aforismo Zen.



Textos para Reflexionar

Texto leído en el Cuarto Encuetro de Mujeres:

Los Requisitos  previos de la intimidad son:
 
  • Amar a alguien (ser un amante).
  • Mientras se  está consigo mismo.
  • Participar totalmente en la propia vida.



La intimidad no es estática. Siempre tiene un nuevo nivel. Es una energía que fluye sin barreras. La intimidad no puede ser controlada. Como sentimiento, no puede uno agarrarse a él o ser reproducido a voluntad. Nos damos cuenta en la intimidad. No la creamos.

La intimidad es:
  • Conocer al otro y darse a conocer  por otro. No consumir personas. Permitirse estar en proceso. Darse tiempo.
  • Compartir información de manera abierta.
  • Acariciarse.
  • No necesariamente de manera romántica o sexual.
  • Estar vivo y compartir ese sentimiento de estar vivo.
  • Estar en primer lugar en intimidad con uno mismo.( saber que quiero y que me agrada o desagrada).
  • Experimentar las vidas juntos; desarrollar una historia común. Desarrollar valores en común.
  • Implicar todos los sentidos.
  • La intimidad no puede ser provocada mediante técnicas.(seducción, sexo, dinero, manipulación).
  • No limitada en el  tiempo o en el espacio-se puede tener intimidad sin contacto, permitiendo que el otro se vaya cuando o a donde necesite.
  • Mágica, más allá del lenguaje, un holograma.
  • Variada: un tipo de intimidad no disminuye otro: hay bastante.
  • Alegre y divertida-compartir errores y locuras.
  • Hablar mucho, no analizar. Sobre todo no analizar al otro.
  • Un montón de paradojas – exige el estar juntos pero no el tener que estar juntos-: exige trabajarla, pero no puede uno dedicarse a ella. Una idea que contiene un supuesto verdadero pero falso
  • Un regalo.




Texto leído en el Segundo Encuentro de Mujeres:

 
Texto de Gabriela Acher
Libro: El amor en los tiempos del colesterol
Editorial Sudamericana
 
  
 

 
Cambiando el narcisismo por la autoestima

 
Los mandatos de esta cultura de que las mujeres sean bellas y jóvenes y de que los hombres tengan éxito y dinero-si bien están empezando a mezclarse-prevalecen.
Y ambos sexos obedecemos ciegamente a ellos.
Pero -en este fin de milenio más que nunca-los dos mandatos tienen un denominador común.

 
Y es el dinero.

 
El dinero es un poder. La belleza es otro. Y se pueden comprar mutuamente.

 
La belleza produce dinero.

 
El dinero produce belleza.

 
Pero la belleza es un valor perecedero.

 
Porque se puede comprar belleza. Pero no se puede comprar juventud.

 
En cambio el dinero… ¡Trae más dinero!

 
Detrás de todos los títeres –que somos nosotros- está el titiritero máximo.

 
Que es el dinero.

 
Detrás de la guerra de los sexos –como detrás de todas las guerras- está el poder. O sea, el dinero.

 
Pero el dinero es inocente.

 
Puede ser un arma o puede ser amor.

 
Depende de nosotros.

 
La juventud está endiosada porque produce y consume. Pero no es consciente de que se consume a sí misma porque el mandato es de no llegar a viejos.

 
“Una cultura que no enseña a envejecer produce monstruos- dice Pauwels-. Jóvenes envilecidos por el racismo de la edad o viejos adolescentes.”

 
Pero nadie nos enseña a envejecer con dignidad.

 
-¡No hay ninguna dignidad en envejecer!- diría Viviana-. ¡Envejecer con dignidad es no babearse!

 
En el fondo de nuestros  corazoncitos  femeninos guardamos la ilusión de que la ciencia nos va a salvar de todo. De que en algún momento vamos a poder ir al cirujano y decirle: “Lipoaspíreme  toda la negatividad y el miedo, implánteme alegría y relléneme con mucho sentido de la vida.”

 
Pero la alegría y el sentido de la vida no vienen de afuera.

 
Son facultades del alma.

 
 No es un discurso anticirugía.

 
Creo en estar mejor. Y creo en la disposición para verse bien como u a facultad del alma.

 
Pero no cambiando el cuerpo para ajustarlo a una imagen ideal.

 
Cambiando la mirada.

 
Porque jamás habrá igualdad si las mujeres seguimos obsesionándonos con el mito de la belleza. Mito que- por otra parte- no tiene nada que ver con el sexo ni con el amor.

 
Y mucho menos con la felicidad.

 
Dice Naomi Wolf que “sufrir para aparentar belleza es una de las peores coacciones de nuestro tiempo, y la obligación de ser bella es un poderoso sedante político para la mujer. La victoria final consiste en que toda mujer libre sepa que su cuerpo es asunto suyo. Abolido el mito de la belleza nadie tendrá derecho a decir qué es bello y qué no lo es. Se trata simplemente de ir en busca del placer, comer lo que  se tenga gana y huir del dolor. ¿Cómo?... cambiando el narcisismo por la autoestima.”

 
¿Suena utópico?... ¡Ano desesperar!... Tenemos tiempo. ¡Somos jóvenes todavía!

 
Y después de todo, el paso del tiempo solo debería preocupar a los que tienen algo perecedero que ofrecer.

 
Por eso…

 
No nos preocupemos tanto por desnudar el cuerpo… Desnudemos el alma.

 
Que además es el único lugar… ¡al que no llega la celulitis!

 



 

 

 

 
 Textos leídos en el Primer Encuentro de Mujeres:


  La mujer del tao

 
                  LA MUJER DEL TAO,                

POSEE UNIDAD EN SU CORAZON

Y SU MUNDO ESTÀ EN PAZ,

NO INTENTA

COMPLACER
Y POR ESO BRILLA,

NO BUSCA ATENCION

Y POR ESO DESTACA,

NO SE JUSTIFICA A SÍ MISMA

Y POR ESO ES CREIDA,

NO IMITA A OTRAS

Y POR LO TANTO ES ELLA MISMA,

NO COMPITE

Y POR ESO, NADIE EN ESTE

MUNDO PUEDE SUPERARLA. TAO,22


 

 

 

 

 
Feminismo.

  
 

La única revolución sin sangre (de otros).
Gabriela Acher

 

 
¿Qué fue lo primero que pasó cuando la mujer se paró por sus derechos?

 
 ¡Perdió su asiento en el colectivo!

 

 

 
FEMINISTAS ROMÁNTICAS

 
¿Dios les dio el útero a las mujeres
y la billetera a los hombres?

 

 
Cada vez que escucho a una mujer decir: “Yo no soy feminista, soy femenina” se me paran los pelos de la nuca.
Y no puedo dejar de pensar: Allá vamos las mujeres, ayudando a que nos aprieten un poco más la soga al cuello. “No, querido… ¿cómo pensás ahorcarme con un nudo tan mal hecho?... Dejame a mí.”

 
Al fin y al cabo ser “femenina” significa ser buena y colaboradora.

 
Significa que el sufrimiento nos parezca algo mucho más digno que el placer.

 
Significa no permitir jamás que los hechos interfieran con la leyenda.

un amigo me contó un cuento que- según él- pinta bastante esta idiosincrasia de lo “femenino”.
Una mujer se sienta sola en el mostrador de un bar y se pone a tomar una cerveza.

 
En distintas oportunidades, varias personas le piden permiso para sentarse en el asiento de al lado, pero ella no se los permite, poniendo su abrigo y cartera.

 
De repente entra en el bar un morocho muy buen mozo, y ella inmediatamente retira todas sus cosas de la otra banqueta para permitir que él se siente.

 
Él o hace, taciturno, y pide un café, pero no la mira ni le dirige la palabra, entonces ella después de un rato se anima y le habla:

 
-Perdóname que te pregunte, pero… ¡Estás muy pálido!... ¿Te sentís mal?

 
-No- contesta él-. Estoy pálido porque estuve preso.

 
-¿Cuánto tiempo?
-¡Diez años!

 
-¿Pero qué hiciste?

 
-¡Maté a mi esposa!

 
-¡Ah!... ¡Sos soltero!

 

 
Sin embargo, la revolución femenina no tiene precedentes en la historia de la humanidad, porque ha conseguido que las mujeres pudiéramos votar, heredar, compartir la patria potestad y tener más control sobre nuestro destino. ¡Además de ser la única revolución que se ha hecho sin derramar una sola gota de sangre!

 
De los otros.

 
Pero el problema mayor con el que nos enfrentamos sigue estando dentro de nosotras mismas.

 
Porque aún las que estamos más convencidas tenemos miedo de decir que somos feministas, porque “no les gusta a los hombres”

 
Yoko Ono solía decir que la mujer “es el negro del mundo”, comparándonos así con otro de los grandes grupos oprimidos.
Pero la situación de las mujeres no se parece a la de nadie, ya que nosotras queremos seducir al que nos oprime.

 
¿Qué derecho se le puede reclamar a alguien a quien se quiere seducir?

 
¿Se imaginan a un negro preocupado porque si le reclama sus derechos a un blanco corre el riesgo de nunca más tener un orgasmo?

 
¿O nunca más ser abrazado?

 
Eso solo nos pasa a las mujeres.
Porque queremos los mismos derechos que los hombres, pero también queremos amor y relaciones.

 
Y parecería que hoy en día las dos cosas se excluyeran mutuamente.

 
Sin embargo, yo creo que debemos luchar por un mundo donde las únicas opciones no se limiten a tener que elegir entre el amor o el poder, entre ser indefensas o quedarnos solas.

 
Y recordar que una cultura que orienta al hombre hacia la competencia y los resultados, y a la mujer hacia el amor y las relaciones, siempre le va a dar ventaja a él a la hora de alcanzar los lugares de poder, donde se toman las decisiones que afectan a la sociedad.

 
Si nosotras quedamos dueñas de todo el amor y ellos de todo el poder, no creo que hayamos hecho un brillante negocio.
Porque si nos definimos a nosotras mismas exclusivamente en función del amor, no hacemos otra cosa que legitimar nuestro confinamiento al área privada.

 
En otras palabras: Nos estamos mandando a lavar los platos solas.

 
La pregunta obligada entonces sería… ¿Qué es el amor? “El amor -dice Erich Fromm- es preocupación activa por el crecimiento de lo amado.”

 
Partiendo de esta base, podremos preguntarnos… Los hombres ¿aman a las mujeres?
“Mucho del miedo masculino al feminismo es infantilismo –dice Adrienne Rich-, la nostalgia de protección del hijo de la madre, que desea poseer a una mujer que exista exclusivamente para él.

 
“Estos deseos infantiles de los hombres adultos por las mujeres han sido sentimentalizados y romantizados como `amor´, pero ya es tiempo de reconocerlos como un estancamiento en su desarrollo”.

 
Durante los 5.000 años de patriarcado, hemos estado mirando el mundo con un solo ojo.

 
Sólo a partir de ahora, una vez que las mujeres alcancemos a ser una masa crítica en la sociedad, empezaremos a ver con los dos ojos, y prácticamente todo lo que aprendimos hasta hoy quedará obsoleto. Porque habremos accedido a una nueva dimensión de la realidad.

 
Los hombres y las mujeres de hoy estamos empezando una nueva historia en la que lo anterior no nos sirve de modelo.

 
Y representa un verdadero cambio de paradigma.

 
El desafío ahora es encontrar un nuevo erotismo entre los sexos, en el que aprendamos a atraernos entre seres de igual valor.

 
No papitos e hijitas ni mamitas e hijitos, sino hermanitos. (No dejen de comprar mi próximo libro: “Cómo hacer para calentarse con un hermano”.)

 
Un erotismo que no dependa de la conquista y la rendición (términos heredados de la guerra), sino de la fraternidad y la confianza.

 
¿Si Los hombres se preguntaran  qué queremos las mujeres?

 
Escucharían: ¡Queremos el control de nuestras vidas!

 
Por eso… ¿les gustaría saber cómo hacer feliz a una mujer?

 
Estimulándola para que ella tenga una excitante vida propia. Los van a idolatrar.

 
Los detractores del feminismo lo combaten porque no pueden concebir que una mujer pueda tener control sobre su propia vida y, al mismo tiempo, preocuparse activamente por otro.

 
Pero los hechos están demostrando fehacientemente que no es así.

 
Las mujeres estamos adquiriendo cada vez más poder en la sociedad, sin abandonar nuestras tareas de esposas y de madres.

 
Así que… Mujeres… ¡a pararse sobre los propios pies, y salir a conquistar el mundo!

 
Ya que, como dice la amiga Mae West:

 
“¡Párate sobre tus propios pies, o terminarás hecha una alfombra!”

 
Y yo les aseguro que si las mujeres manejáramos el mundo no lo haríamos peor que los hombres.

 
(No sé si alguien lo podría hacer peor.)

 
Porque nosotras tenemos todo lo que se necesita para esa tarea.

 
Tenemos fuerza, tenemos intuición y tenemos talento.

 
¡Algunas tienen hasta ropa!

 
Si manejar el mundo es una tarea que trata de combinar los intereses de todos los sectores de la humanidad, los hombres y las mujeres debemos comenzar un dialogo mas autentico, donde nosotras empecemos a estar más cómodas, mas distendidas, menos defendidas, y ellos menos exigidos, menos demandados.

 
Las mujeres podemos construir un poder diferente, Porque por más poder que tengamos, no podremos dejar de mirar a toda la humanidad de manera compasiva.

 
Y díganme si ésa no es la mirada que más necesita el mundo???

 
Y para finalizar vamos a hablar de la heroína griega Lisístrata. Cuenta la historia que la heroína arengó a las mujeres a no tener sexo con los hombres hasta que estos no detuvieran la guerra.

 
Hagamos como Lisístrata prediquemos a todos los hombres no solo para terminar la guerra,  sino para crear una realidad más libre y más amorosa entre hombres y mujeres.

 

 
Texto de Gabriel Acher.
Libro: Si soy tan inteligente...¿por qué me enamoro como una idiota?
Editorial Sudamericana

 

 

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